EL MUNDO TE ESTÁ MIRANDO
Por Fabián Ruiz |
Seguir a Jesús es más que una religión, es una forma de vida, otra perspectiva de todas las cosas, un llamado a hacer la diferencia. El Sermón del Monte, dado por el mismo Jesús, sirve como medida de esta vida. Hablando a todos los cristianos él dijo:
"Ustedes son la sal de la tierra… Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder." Mateo 5:13-14 (RVC)
Jesús nos dio tres hechos muy importantes acerca de nosotros mismos: nosotros somos la sal de la tierra, la luz del mundo, y una ciudad que se asienta sobre un monte y que no se puede esconder.
¿Te das cuenta lo que eso significa?
Nuestro país se encuentra en un estado de crisis desde que tenemos memoria. Esa crisis se presenta ahora mismo en su peor expresión. No hay lugar sano en nuestras comunidades: pobreza, analfabetismo, autoritarismo, corrupción, individualismo y una decadencia moral y espiritual. Miramos azorados las noticias preguntándonos ¿Quién arregla esto? ¿Quién puede traer algo de luz a toda esta crisis?
Jesús respondería: "Ustedes, mis seguidores."
La pregunta que probablemente nos hacemos, entonces es ¿Cómo? ¿Cómo siendo tan pequeños, en cuanto a poder humano, podemos ser luz de todo esto?
Por ahora te compartiré solo tres pistas.
1. Despertá a tu misión
Comencemos por aquí. Jesús dijo:
"Ustedes son la luz del mundo." Mateo 5:13-14 (RVC).
No dice "una luz" sino "la luz". En otras palabras, no hay otra luz. La palabra "la" usada aquí es exclusiva. Nosotros somos la única luz. El mundo no tiene otra luz. Jesús declaró:
"Mientras que estoy en el mundo, soy la luz del mundo." Juan 9:5 (RVC)
Pero ahora que Él no está físicamente en el mundo, nosotros somos sus representantes. Por lo tanto, en lugar de Él, nosotros somos la luz del mundo. Si nosotros no damos luz, no hay otra fuente de luz a la que el mundo pueda acudir o buscar. Esto significa que el mundo depende totalmente de los cristianos para la luz.
No esperes una solución que venga de personas que no conocen, ni temen a Dios, sea cual sea la maravillosa ideología que sostienen. Ellos no son la luz. ¡Vos sos la luz! ¡Juntos, como portadores del amor de Jesús, somos la luz!
2. Date cuenta que tu vida está en la vidriera.
Tu vida es la luz que mira la gente. Quizás no podamos cambiar el mundo entero, pero podemos cambiar por entero nuestro mundo. El lugar donde Dios te ha plantado. Jesús dijo en esta misma declaración:
[Ustedes son] "una ciudad que se asienta sobre un monte [y] que no se puede esconder" (Mateo 5:14).
Este hecho es cierto de cada persona que públicamente profesa fe en Jesucristo como Salvador y Señor. En el momento en que haces esa profesión públicamente, te convertís en una ciudad asentada sobre un monte. No te podés esconder. Sos visible: habrá ojos puestos en vos desde cada dirección, a cada instante, ya sea que vayas a la escuela o trabajes en una fábrica o una oficina. Esos ojos mirarán hacia vos para ver si tu cristianismo es real.
¿Qué se estarán preguntando los que le observan? ¿Es tu fe genuina? ¿Verdaderamente crees lo que decís creer? ¿Vivís lo que crees? La gente analizará cada aspecto de tu vida: tu vida familiar, tu vida laboral, tu vida social, etc. También analizarán la conducta y el testimonio de la iglesia a la que asistís. En la mayoría de los casos, ellos formarán su juicio del cristianismo sobre la base de lo que ven en vos. Sos una ciudad que está asentada sobre un monte.
Por lo tanto, necesitas darte cuenta de que en el momento que profesas tu fe en Jesucristo, te volvés una persona pública. No podés evitar esta realidad. Si no querés ser visible; si no querés que te observen, juzguen y analicen, entonces no profeses fe en Jesucristo. Pero si profesas fe en Jesucristo, esa será su situación: la gente comenzará a observarle. A partir de ese momento, serás una ciudad asentada sobre un monte y no te podes esconder.
¿Tu vida refleja a Jesús? ¿Su libertad, sus prioridades, su generosidad, su amor?
3. ¡Enciéndete!
Jesús añade:
"Tampoco se enciende una lámpara y se pone debajo de un cajón, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en casa." Mateo 5:15 (RVC)
El símbolo del candelero no era nuevo para el Pueblo de Dios. Dentro del lugar Santísimo, del templo judío, Dios hizo colocar un candelero y ese candelero representaba Su presencia. Ahora vemos que Jesús dice que nosotros somos ese candelero. En el nuevo pacto, sus seguidores son aquellos que manifiestan Su presencia en este mundo.
En la visión de Juan en Patmos, el Jesús Victorioso se mueve entre siete candeleros de oro. Pronto se nos explica que significa:
"Los siete candeleros que has visto, son las siete iglesias." Apocalipsis 1:20 (RVC)
Ahora, haríamos mal en imaginarnos este candelero de la misma clase que los que tenemos hoy día: velas de cera de pie firmes en algún tipo de base. En el tabernáculo, las "velas" eran cuencos con canales llenos de aceite. Se mojaban pequeñas mechas en el aceite, y la luz se producía al encender la mecha, la cual prendía el aceite en la mecha. A menos que hubiera aceite, y a menos que se encendiera el aceite, las velas no daban luz. Somos el candelero de siete brazos. Damos luz solo cuando estamos llenos de aceite y cuando el aceite en nosotros se enciende.
En las Escrituras, el aceite siempre es un tipo del Espíritu Santo. Este simbolismo nos dice que solo podemos dar luz solo cuando estamos llenos del Espíritu Santo y encendidos para Dios. El candelero, en sí mismo, no era capaz de producir luz sin el aceite y sin el fuego. Al meditar en este hecho, se nos recuerda lo que Juan el Bautista dijo de Jesús: "Él los bautizará en Espíritu Santo y fuego" (Mateo 3:11; Lucas 3:16).
Amigo, amiga que amas a Jesús, ¿Qué estás buscando? ¿Te sientes vacío? Recuerda que nada que este mundo puede ofrecer puede llenar ese vacío. Nada que hagas sin Su presencia funcionará. Solo cuando Su Espíritu te llena corren ríos de agua viva.
El mundo se encuentra en una hora oscura. Sin moral, sin ideas, sin esperanza, sin fuerzas. ¡Pero Jesús está levantando una generación de hombres y mujeres empoderados para brillar!
Entonces,
¡Despierta a tu misión! No eres cualquier persona, eres un representante del poder de la Resurrección.
Tu vida está siendo observada. Por tus hijos, por tus padres, por tus vecinos. Tu vida ya está dando un mensaje. ¿Qué mensaje estás dejando?
¡Enciéndete! Comienza ahora a invocar al Espíritu Santo en tu vida. Él está listo para llenarte. Para correr con fuerza por cada canal de tu alma y en su corriente llevarse afuera cada cosa que obstruye la gracia, el poder de Dios.
¡Hacelo y hacelo ahora!
Pr. Fabian