CUIDA TU INTERIOR
Por Fabián Ruiz |
Todos los días quedamos desconcertados por las personas que tienen una buena vida y de pronto la echan a perder. Quiero decir, que lo logran, tienen el dinero, tienen una familia, tienen todas las cosas, y luego, toman una decisión estúpida en la que destruyen todo lo bueno que tenían. Un buen trabajo, un valioso matrimonio, un bendecido ministerio, una reputación. Y en un momento renuncian a su cordura, su sentido común e incluso su básico sentido de supervivencia con una decisión que toman, y pensamos, ¿por qué harías eso? ¿Por qué renunciarías a lo que la mayoría de la gente no puede lograr?
Nos decimos “Eso no me pasaría a mí", ¿Verdad? Quiero decir, si tuviera todo eso sería muy cuidadoso. Nos decimos: “Yo no hubiera hecho lo que ellos hicieron”.
Pero en el fondo sabemos que estamos expuestos. Expuestos a emociones que surgen de nuestro interior y tienen poder de daño, de secuestrar nuestra sensatez y llevarnos al precipicio.
Porque la verdad es, para todos nosotros, que no nos metemos en problemas porque no aceptamos consejos. La mayoría de las veces, nos metemos en problemas porque seguimos nuestro propio consejo, y nuestro propio consejo siempre inevitablemente se filtra a través de las emociones que distorsionan nuestra percepción de la realidad.
Es por eso que la gente te mira y te dice: "¿Hiciste qué?” Y luego te miras más tarde y te dices: "¿Hice qué? ¿Qué estaba pensando?”
Por eso es tan urgente aprender a decir no a las emociones que compiten por el control.
Ahora para hacer efectivamente eso, necesitamos hacer algo que no solemos hacer: Escuchar a nuestro corazón. No para seguir sus voces (Como sugiere la narrativa de Disney) sino para filtrar las voces saludables de las tóxicas.
Debemos prestar atención al consejo de Salomón. Salomón era el rey de Israel, vivió mucho, antes de Jesús e hizo un montón de declaraciones extraordinarias en este documento llamado Proverbios. Él dijo:
“Sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque éste determina el rumbo de tu vida." Proverbios 4:23 (NTV)
“Todas las cosas” incluye muchas áreas importantes de la vida. Pero Salomón dice que el área que menos puedes darte el lujo de monitorear es tu interior. ¿Por qué? Porque todo lo que haces, todo lo que dices, en última instancia, fluye de él.
¿Cómo se supone que se hace esto? Sabemos monitorear nuestro peso en una balanza o nuestras cuentas en la aplicación del banco, incluso existen aplicaciones para tu Smartphone o tu Smartwatch que controlan tus pasos, tu ritmo cardíaco y tu oxígeno en sangre. Pero, ¿cómo monitorear tu interior?
Por hoy solo dejame compartirte dos ingredientes fundamentales: Quietud y Dios.
Necesitas quietud y silencio para escuchar las voces de tu corazón. Esto es lo opuesto al permanente intento de llenar todo de ocupación, ruido, entretenimiento, distracción y diversión. Sabes cómo es esto: Ya no toleramos el silencio. Hay familias que tienen el televisor encendido todo el día, aunque nadie lo esté mirando, sólo para que algo llene el silencio. Otros nos quedamos hasta la última hora de nuestra fuerza trabajando para caer en la cama dormido sin pensar en otra cosa. Necesitas detenerte y tomar nota de las “voces” en tu interior que te acompañan donde quiera que vayas.
Una vez que estás en quietud y silencio, entonces necesitas a Dios. Nuestro corazón es un territorio complicado y peligroso para explorar. El profeta Jeremías escribió que el corazón es “engañoso”.
"El corazón humano es lo más engañoso que hay, y extremadamente perverso. ¿Quién realmente sabe qué tan malo es?" Jeremías 17:9 (NTV)
Pero no estamos solos en este viaje. El profeta continúa:
"Pero yo, el SEÑOR, investigo todos los corazones y examino las intenciones secretas." Jeremías 17:10 (NTV)
Así como un viajero necesita a un guía en su travesía en la selva, así tú y yo necesitamos la asistencia de Dios a fin de reconocer senderos de pantanos, paisajes de espejismos. En este caso, como David, necesitamos orar:
"Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce los pensamientos que me inquietan." Salmos 139:23 (NTV)
Hay más para hablar, pero comienza con esto: Quietud y Dios. O cómo lo llamamos siempre: Un tiempo quieto con Dios. Es que la respuesta siempre fue sencilla y siempre estuvo cerca. Tan cerca como la fidelidad de Dios para sus hijos.
Pr. Fabian