Minutos antes de ascender, Jesús les dice a sus seguidores:
"Serán mis testigos, y le hablarán a la gente acerca de mí en todas partes: … hasta los lugares más lejanos de la tierra." Hechos 1:8 (NTV)
¡Cuando Jesús te abre la cabeza es imposible no abrir la boca!
Cuando Jesús te abre la cabeza no podés dejar de hablar de él. Contar sus maravillas, alabar su grandeza.
¿Alguna vez tuviste unas vacaciones tan asombrosas que no pudiste dejar de hablar de ellas de regreso en el trabajo? Tus compañeros te escucharon hablar de ellas asombrados, esperando saber más. Compartiste con entusiasmo cada detalle con quien deseara escuchar. Algunos incluso decidieron vacacionar en el mismo lugar al año siguiente. Tu alabanza del lugar hizo que otros desearan saber más.
Cuando leemos en los evangelios los diferentes encuentros personas con Jesús vemos esta característica: aunque Jesús les pidiera no hacerlo, ellos no podían evitar hablar de él a todas las personas. La Samaritana no pudo evitar salir y hablar a todo el pueblo de Jesús, el leproso curado lo divulgo por todas partes, los dos ciegos sanos lo contaron en toda la región.
Uno de sus discípulos, Pedro, lo diría así
"Nosotros no podemos dejar de hablar acerca de todo lo que hemos visto y oído»." Hechos 4:20 (NTV)
Cuando Jesús te abre la cabeza, cuando Dios renueva tu mente, cuando vivis lleno del Espíritu, con la mente de Cristo, sabes que hay una sola gran cosa que hacer cada día: Hablar a alguien de Jesús.
Y esto también es cierto: Todo lo demás son solo detalles. Todas las otras tareas, preocupaciones y ocupaciones que realizamos, aun las más importantes, son insignificantes y temporales en comparación con la misión de dimensión eterna a la que Jesús nos llama.
Hay una sola gran cosa que hacer cada día: Hablar a alguien de Jesús.
Te pregunto: ¿es esa misma pasión la que mueve tu vida hoy?
Este día aún no ha terminado. ¡No permitas que ninguna conversación (Con quien sea) termine sin haber compartido a Jesús, sin haber alabado su bondad y la esperanza de vida!