QUIEN CREES QUE SOS
Por Fabián Ruiz |
Quisiera hablarte acerca de quien sos.
A veces la gente pregunta con ironía ¿Quién te crees? Ahora, esa misma pregunta, dicha sin ironía, planteada con seriedad, es fundamental.
Un perro piensa: "Oye, estas personas con las que vivo me alimentan, me aman, me brindan una casa agradable y seca, me acarician y cuidan de mí... ¡Deben ser Dioses!"
En cambio, un gato piensa: "Oye, estas personas con las que vivo me alimentan, me aman, me brindan una casa cálida y seca, me acarician y cuidan de mí... ¡Debo ser un Dios!"
¿Quién te crees? Porque lo que creas que sos definirá tu destino. Si te crees una víctima, débil y dependiente actuaras en consecuencia, vivirás acusando a tu entorno, tu familia, tu país, e incluso tu iglesia de tu mediocridad espiritual y personal. Pero si te crees lo que Jesús cree que sos y para lo cual te salvó, tu vida sería completamente diferente.
¿Quién sos? ¿Quiénes somos los que seguimos a Jesús? Los que hemos nacido de nuevo por el poder del Espíritu Santo. Jesús nos definió así:
"Ustedes son la sal de la tierra… Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder." Mateo 5:13-14 (RVC)
¿Te das cuenta lo que eso significa?
Jesús dice: Ustedes son "la sal de la tierra". De nuevo, la palabra "la" es exclusiva. No somos una sal entre otras. Somos "la sal". Significa que la tierra no tiene otra sal, que nosotros somos la única sal disponible para la tierra.
Hay varias formas en que se puede aplicar la importancia de la sal. Sin embargo, como se ha dicho tanto de esta frase, te hablaré en un plano muy humilde. Permitime solo destacar implicancias obvias.
1. Sos la razón de que Dios siga mirando este mundo con gracia.
La sal da sabor. Una gran función de la sal es dar sabor a aquello que de otra forma carecería del mismo. En Job 6:6, las Escrituras narran que Job dice:
"¿Puede comerse sin sal la comida desabrida? ¿Tiene algún sabor la clara de huevo?" Job 6:6 (NVI)
La respuesta es no. Por eso, cuando comes la clara del huevo, si eres como yo, le pones un poco de sal para darle sabor. Del mismo modo, los cristianos somos la sal de la tierra. Estamos aquí para dar sabor a la tierra ante los ojos de Dios. Aparte de nuestra presencia en la tierra, no hay razón por la que Dios debería tratar más a este mundo con gracia y misericordia. Nosotros somos el único factor que hace que la tierra sea aceptable para Él, el único freno que retiene su juicio final sobre un mundo que rechaza a Cristo. Mientras estemos en la tierra, nuestra responsabilidad es vivir de tal forma que preservemos esta tierra para Dios.
En Génesis 18 leemos que el Señor se detuvo en casa de Abraham de camino a la ciudad de Sodoma. El Señor le dijo a Abraham lo que Él estaba planeando: que había venido a traer juicio sobre esa ciudad. Abraham estaba muy preocupado por lo que Dios le había dicho, porque su sobrino, Lot, así como la familia de Lot, vivían en Sodoma.
Así que Abraham caminó con el Señor hacia Sodoma, rogándole con osadía que perdonara a la malvada ciudad. Él "negoció" con el Señor en cuanto a los números: "Señor, si hubiera cincuenta hombres justos en la ciudad, ¿la perdonarías?". El Señor dijo sí. Luego fue regateando hasta llegar al número de diez. Entonces Dios respondió:
"Por esos diez no la destruiré." Génesis 18:32b (NVI)
¿Entendés el principio en juego? Mientras haya en la tierra un verdadero seguidor de Jesús, Dios extenderá su gracia y demorará su juicio. Nuestro país, nuestra ciudad depende de tu testimonio fiel a Jesús el Mesías.
Tu tarea es la de preservar esta tierra para Él. Tu presencia marca la diferencia. Tu presencia hace que Dios trate con el mundo de una manera que de otro modo no trataría.
Cada creyente debería ser un solo grano de sal en el lugar concreto donde Dios le ha puesto. Junto a todos los creyentes, has sido esparcido en un lugar concreto para ser un grano de sal para dar sabor al mundo, sea ese lugar en tu familia, en tu escuela, en tu lugar de trabajo o en cualquier otro sitio.
2. Tenés una misión ahora mismo: detener la corrupción de este mundo.
Otro gran aspecto de la sal es que es un conservante. Antes de que existieran los refrigeradores, cuando la gente hacía largos viajes y quería conservar su carne, la salaban. La sal tenía el efecto de retener las fuerzas de corrupción que de lo contrario hubieran actuado sobre la carne.
De igual modo, como somos la sal de la tierra, estamos aquí para retener las fuerzas de la corrupción. Estamos aquí para arrestar y retener las fuerzas de la corrupción, ya sean fuerzas que afecten el ámbito moral, social, político, o cualquier otro ámbito de la sociedad en la que vivimos. Somos responsables de retener esas fuerzas porque somos la sal de la tierra.
3. Si no vives lo que eres, tu vida habrá perdido todo su valor.
Si nuestra presencia no preserva la tierra para Dios y hace que Él actúe de manera distinta hacia el mundo que como Él lo haría si nosotros no estuviéramos aquí, y si nuestra presencia no retiene las fuerzas de la corrupción, ¿sabes en qué nos hemos convertido? Nos hemos convertido en sal que ha perdido su sabor. Como resultado, somos sal que no está haciendo su tarea. Somos "sal que no sala".
Recuerda lo que dijo Jesús acerca de la sal que ha perdido su sabor:
"Ya no sirve para nada, sino para que la gente la deseche y la pisotee." Mateo 5:13 (NVI)
La frase "no servir más para nada" es uno de los peores comentarios que se puede hacer acerca de alguien. Ser alguien que no sirve más para nada es lo peor que se puede decir de alguien, y eso somos los seguidores de Jesús si no hacemos nuestro trabajo. No servimos más para nada salvo para una cosa: "…para que la gente la deseche y la pisotee".
Quiero que observes lo que aquí, Jesús nos advierte: Si no vives de acuerdo a lo que eres, este mundo te pisoteará. Pisoteará tu corazón, pisoteará tus planes, pisoteará tu matrimonio, tu familia y tus hijos.
Es la hora de despertar a quien eres.
Estoy absolutamente convencido de que los seguidores de Jesús, en cada parte del mundo, tenemos lo que se requiere para estar a la altura y cumplir con lo que Dios espera de nosotros. Somos hijos del Altísimo, portadores del Espíritu Santo de Dios, llenos de Su sabiduría y Su gracia para transformar cada hogar, cada vecindario y nuestro mundo.
¿Quién te crees que sos? ¿Uno más del montón de personas que sólo adoran su bienestar? E invierten su mejor tiempo y sus recursos en garantizar su progreso personal. Que resignifican la ofrenda y el diezmo de acuerdo a su propia teología particular.
¿Quién te crees que sos? Uno más de lo que hacen del mandamiento: "Sólo quiero sentirme bien" su regla de oro. Y por guardarlo religiosamente abandonan de un plumazo su pacto matrimonial, su servicio cristiano, o su familia de fe.
¿Quién te crees que sos? ¿Uno más de los que se victimizan y se quedan de brazos cruzados esperando que alguien más cambie las cosas?
¡No! Jesús dice: ¡Sos la sal de la tierra!
Sos la razón de que Dios siga mirando este mundo con gracia. Sos portador de una misión ahora mismo: De llevar la esperanza de Jesús a una persona que hoy camina sin Dios muy cerca tuyo.
Y cuando despertás a lo que sos, todo lo demás se vuelve trivial, las excusas se caen, esa insatisfacción que te tomá se derrumba, vuelves amar a tus hermanos, quieres estar con ellos, tu vida vuelve al centro de la escena donde suceden los milagros que Dios hace.
Si haces esto, creo y declaro que verás tu vida espiritual reverdecer, volverás a tus batallas abandonadas, darás vuelta la historia, verás la bondad de Dios en tu matrimonio y en tus hijos, experimentarás la increíble, incomparable Presencia de Dios llenando tu vida.
¡Hazlo, y hazlo ahora!
Pr. Fabian