EL INGREDIENTE OLVIDADO PARA TU MILAGRO.
Por Fabián Ruiz |
Uno de los episodios más ejemplificadores de un milagro de fe fue la noche cuando Jesús y Pedro caminaron sobre las aguas. Lo que no siempre reparamos fue en la manera en que Jesús se preparó para ese evento.
Jesús era todo humano y todo Dios. Vino a la tierra desde el cielo, eligiendo asumir nuestra naturaleza humana, por lo que el hecho que Jesús camine sobre el agua es tan milagroso como que Pedro camine sobre el agua. En su estado natural, Jesús habría sido susceptible de ahogarse al igual que cualquier otra persona, pero estaba divinamente en contacto con un poder sobrenatural que lo honró para hacer lo imposible.
Ese mismo poder está disponible para ti y para mí aquí y ahora. Sólo tenemos que saber cómo acceder a él.
Después de que Jesús instruyó a los discípulos para que subieran a su barca y fueran delante de Él al otro lado, se apartó de los demás y subió solo a la ladera de una montaña. Él no subió allí para tener algo de tiempo para sí mismo o para reflexionar sobre los maravillosos milagros que había hecho ese día. Subió allí a orar. Relata Mateo que:
"Cuando toda la gente se había ido, Jesús subió solo a un cerro para orar. Allí estuvo orando hasta que anocheció. Mientras tanto, la barca ya se había alejado bastante de la orilla; navegaba contra el viento y las olas la golpeaban con mucha fuerza." Mateo 14:23-24 (TLA)
Jesús necesitaba recargarse y reenfocarse en la presencia de Su Padre. Se fue solo, a un lugar donde no había distracciones, porque se estaba preparando espiritualmente para pararse sobre lo que otros ahogan. Así mismo, nuestros pasos de fe deben estar siempre bañados en oración y preparación práctica.
No mucha gente habla de esta parte del milagro que Jesús hizo esa noche, pero estoy convencido de que es significativo. El nivel de oración y preparación de Jesús entre bastidores le permitió no solo caminar sobre el agua, sino también empoderar a Pedro para que lo siguiera. Muchos creyentes no están preparados espiritualmente para salir de la barca y caminar hacia el lugar al que Jesús los llama. Iría tan lejos como para decir que quizás esa es parte de la razón por la que Pedro comenzó a hundirse. Ten cuidado de salir del bote si no te has preparado para salir del bote. En tiempos tormentosos no podes darte el lujo de olvidar tu tiempo en la presencia de Dios.
La oración te mantiene dependiente.
Cada milagro requiere un acto de fe que lo acompañe, pero la responsabilidad de manifestar ese milagro está sobre los hombros de Dios. ¡No te preocupes! Él es lo suficientemente fuerte para manejarlo, y nuestra postura debe ser la de reconocer humildemente que no lo somos. En oración, le recordamos a nuestra naturaleza orgullosa que Dios es soberano y tiene todo el poder, por lo que confiamos únicamente en Él. El pastor y evangelista Owen Carr dijo: "Un día sin oración es una jactancia contra Dios". Sería como decir, "Gracias Dios, pero yo lo manejo. Te invocaré la próxima vez que algo en mi vida se desmorone". Tenemos que despertar y aceptar el hecho de que ni ahora ni nunca hemos sido independientes de Dios. De hecho, ¡somos totalmente dependientes de Él! Él es la razón por la cual nuestros corazones laten alrededor de cien mil veces todos los días sin siquiera pensar en ello.
La oración mantiene tus prioridades en orden.
La oración es el componente espiritual que falta en muchas situaciones imposibles. Es una señal de que sabes que no puedes hacer milagros por tu cuenta y que tienes fe en Aquel que puede hacerlo. Suaviza tu corazón de formas que no puedes ver y envía ayuda invisible para invadir tu situación. Te ayuda a mantener tus ojos en Jesús para que el viento y las olas no te distraigan y te hundan. Te mantiene enfocado en Aquel que te bendijo con ese ascenso, o con ese nuevo empleo, cuando todas las reuniones y deberes laborales siguen tratando de consumir tu tiempo y abrumarte. Te recuerda quién es tu objetivo de relación número uno cuando comienzas a salir con alguien nuevo y te enamoras y distraes.
La oración te prepara para recibir el milagro.
Puedes pensar que estás listo para una cierta bendición, pero mucho de los que viene con esa bendición te sobrepasará porque no puedes manejar todo lo que está unido a ella. Por eso tienes que orar. Quieres estar listo cuando Dios te envíe a alguna parte. No quieres retirarte porque no te preparaste en la temporada anterior.
Si eres soltero, practica estar en la presencia de Dios mientras estás solo para que tu carácter pueda sostener la bendición de un cónyuge cuando la recibas. Haz que buscar a Dios sea parte de tu rutina regular ahora en privado para que un día estés listo para hacer lo que Dios te pide que hagas frente a una audiencia. Dios puede darte estrategias divinas a través de la oración que nunca obtendrás al investigar un tema y encuestar a un grupo de personas en línea. La oración es el lenguaje de los dependientes. Incluso Jesús entendió eso.
¡Hazlo ahora!
Si no estás acostumbrado a orar, es muy sencillo. Habla con Dios. Sea honesto acerca de dónde te encuentras y admite que lo necesitas. Pídele que sea tu capitán, y Él te guiará y te dirigirá a la verdad. Jesús no dice que no te encontrarás con tormentas, pero sí promete estar allí contigo en cualquier momento que enfrentes. Incluso si Él no las envió, Él las usará para darte un testimonio que le traerá gloria una vez que llegues al otro lado.
Se sensible a la voz de Dios a medida que se enciende tu fe. Prepárate para hacer algo, como Pedro, que esté fuera de tu zona de confort. Y anímate, porque cuando recibes una visión o una palabra de Dios y respondes saliendo de la barca con una fe tormentosa, el Salvador ya está allí.
Pr. Fabián